De regreso al castillo, el Rey Gudú halló un grupo de niños que merodeaban por los alrededores en busca de bayas. Tras observarles de lejos, les llamó. Ellos se asustaron y echaron a correr, pero alcanzó a uno que se había enredado la ropa en una zarza. Le tomó por la muñeca y le arrastró tras él. Le preguntó:-¿Sabes quién soy?
El niño no respondía, temblando de miedo. Entonces, Gudú le habló de la pasada gloria de Olar, de la Reina Ardid y de la Corte Negra. Y así, enardecido en sus recuerdos, rememoro las hazanas de pasados y futuros cachorros, de los que allí crecieron y de los que en lo venidero crecerían.
-Tú - le dijo- eres fuerte y pareces listo. No me importa si eres plebeyo o obre. En la Corte Negra hay sitio para todos los muchachos fuertes, valientes y leales. Dime niño, ¿quieres ser el primero en reanudar aquella famosa y gloriosa escuela? ¿De donde eres?
Y el niño dijo:
-De por ahí.
-Ah, si - dijo el Rey, que en alguna parte había oído hablar de ese pueblo-. Pues bien, ven conmigo, que yo te hablaré del Rey Gudú y de sus proezas, y puedes unirte a sus soldados.
Se sentó en una piedra, pues cada vez se sentía mas cansado y continuó hablando al niño. Estaban muy cerca del lago y , de cuando en cuando, miraba el agua y se olvidaba de la historia, incluso la confundía y hubo de recomenzarla varias veces. El niño seguía callado. Pero Gudú confundía su estupor silencioso con admiración. Hasta que el pequeño, desasiendo su mano, le miró a los ojos y dijo, con voz aguda y clara:
-Viejo tonto y feo.
Y echó a correr entre las zarzas en busca de sus compañeros. En ese momento el frío se hizo insoportable, y el Rey notó que algo dentro de él zozobraba: como había oído decir a su madre en tiempos de la Reina Leonia, se hundían las naves piratas en el mar del sur.
Corrió al Lago, se miró en el, y en lugar de ver reflejado a Rey de Olar, contemplo a un viejo andrajoso y torpe. Los pobres aficionados que fueron Ardid, el Trasgo y el Hechicero no habían previsto que el Rey no podía amar a nadie, excepto a sí mismo. En aquel momento un antiguo y conocido Dragón emergía del agua: un Dragón que llegaba a él desde la oscura memoria de su sangre, desde el terror de Sikrosio. Con un débil grito, lloró por primera vez. Por él, por toda su vida, por su perdida juventud y, sobre todo, por la gran ignorancia de cuanto le rodeaba.
Creyó distinguir en el ultimo momento a aquel extraño muchacho que acompañaba a Tontina. Ahora por fin liberaba su brazo del manto que lo cubría, y le mostraba su ala de cisne. Pero no supo nunca Gudú , porque no tuvo tiempo, quien era; no supo nunca Gudú si sobrevolaba al Dragón o, como todo, como todos, se hundía también en el inmenso e irreparable olvido de su vida y de todas las vidas.

Y el llanto de Rey cayó al Lago, y este creció. Creció de tal forma que anegó la ciudad, el Reino y el país entero, hasta más allá de las lindes donde Gudú había pisado. Y tanto él como su Reino, como cuantos con él vivieron, desaparecieron en el OLVIDO...


1 comentario:
Recuerdo qe me ivas contando poco a poco lo qe leias del libro y lo emocionada qe estabas porqe t agradaba por la manera en como se desglozaba el libro.... escazas son las cosas qe yo recuerdo al respecto, pero eran creo 3 hijos de los cuales el peqeño era el mas lastimado por la manera en como su padre lo trataba a el y a su madre... ja la vedd casi no le recuerdo nada..
"La escritora Ana María Matute obtuvo el viernes el Premio Ojo Crítico Especial, que concede por primera vez RNE a la obra cultural de mayor relieve del año. El jurado ha reconocido la trayectoria de la escritora y, en particular, su última novela, Olvidado Rey Gudú, un trabajo de 20 años que ayuda a entender cómo se hizo Europa."
Publicar un comentario